¿Qué son los turbocompresores eléctricos?
¿Qué son los turbocompresores eléctricos? en Turbo3 te lo explicamos.
Los turbocompresores eléctricos, a diferencia de los turbocompresores convencionales con turbinas, tienen la ventaja de poder regular la presión del aire de carga independientemente de la energía de escape disponible. Esto ayuda a mejorar el rendimiento y se puede aumentar la eficiencia del motor.
Si bien el turbocompresor está diseñado teniendo en cuenta el rendimiento, la variante eléctrica independiente del funcionamiento del motor mejora la respuesta espontánea mediante una acumulación de presión de aire de carga particularmente rápida. Por lo tanto, esta es una alternativa adecuada a los turbocompresores, que con frecuencia son muy caros y requieren mucho espacio.
La energía eléctrica necesaria para la acumulación de presión de aire de carga también puede estar disponible total o parcialmente debido al mayor rendimiento de recuperación del sistema de 48V. Esto también ayuda a mejorar la eficiencia.
Además, los compresores eléctricos combinados con los turbocompresores convencionales aseguran que el retraso del turbo sea compensado en gran medida a velocidades más bajas.
Tras la primera crisis del petróleo en 1973, la turboalimentación fue más aceptada en aplicaciones diésel comerciales. Hasta entonces, los elevados costes de las inversiones en turboalimentación sólo se veían compensados por el ahorro en el coste del combustible, que era mínimo. El aumento en las restricciones de la normativa sobre emisiones a finales de los 80 derivó en un aumento del número de motores de camión dotados de turbocompresor hasta el punto que hoy día todos los motores de camiones disponen de turbo compresión.
En los 70, con la introducción del turbocompresor en el deporte del motor, sobretodo en las carreras de Fórmula I, el motor turbocompresor para turismos adquirió una gran popularidad.
La palabra «turbo» se puso muy de moda. En aquel entonces, la práctica total de los fabricantes de coches ofrecían al menos dos modelos de gama alta equipados con motor de gasolina turboalimentado. Sin embargo, este fenómeno desapareció al cabo de unos años puesto que, aunque el motor turbo de gasolina era más potente, no era económico. Más aún, el “retraso del turbo”, la respuesta retardada de los turbocompresores, en aquel momento todavía era relativamente grande y no gozaba de aceptación entre la mayoría de los clientes.